- Con un presupuesto de 5 millones de dólares y a pesar de la crítica de la prensa, fue todo un éxito
21 de agosto de 1987. Los cines de EE.UU. estrenan "Dirty Dancing". Se proyectó por primera vez el 12 de mayo en el Festival de Cannes y hubo que esperar hasta el 24 de junio de 1988 para verla en las salas españolas. La prensa criticó al que se convertiría en uno de los mayores éxitos de taquilla con una banda sonora de las más vendidas en la historia. Han pasado 34 años de aquel verano del amor, inolvidable para una generación que, sin embargo, puede reconocer los peros que puso la crítica. Porque qué más da que sea cursi si cuando suena "(I’ve had) The Time of my life" a todos se nos mueven los pies (eso sí, nada de saltos).
"Dirty Dancing" fue una película arriesgada para el momento. Un filme en el que se hablaba abiertamente de aborto (se reivindica que la intervención sea legal ); tema que es, además, protagonista de la trama.
Para Hadley Freeman, autora del libro "The Time of my life" (un ensayo sobre los filmes que cambiaron su vida) publicado por Blackie Book el mensaje que nos dejó "Dirty Dancing" fue precisamente ese: que las mujeres abortan si lo consideran oportuno porque su cuerpo es suyo.
También nos enseñó cómo es la tensión sexual no resulta que acabó resolviéndose entre la pareja protagonista; unos actores que disimularon a la perfección sus desavenencias fuera de la gran pantalla: no se soportaban desde el rodaje, unos años antes, de "Red Dawn".
No solo Johny (Patrick Swayze) estaba dispuesto, también lo estaba Baby (Jennifer Grey).
Le faltaba la respiración cuando le veía, y ya cuando bailaban la tensión alcanzaba niveles difíciles de medir; algo que no era lo habitual en el cine comercial de le época. Pero las mujeres quieren, como ellos, disfrutar del sexo en los 80, también 20 años antes, porque la historia cuenta la complicada relación entre el bailarín guaperas de dudosa reputación y la adolescente de una familia bien en la década de los 60.
Unos incipientes mensajes feministas que costó años que se apreciaran.
Y "Dirty Dancing" quiso que bailáramos: mambo, merengue, chachacha, y que moviéramos las caderas (y las faldas en el caso de las chicas). La canción fue galardonada con un Oscar y un Globo de Oro.
Emile Ardolino dirigió una película con sus dificultades: un presupuesto de cinco millones de dólares y el rechazo de varios estudios del guion (con tintes autobiográficos) escrito por Eleanor Bergstein.
Fuente: Vanity Fair
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