Se trata de la primera aparición del paradigmático psicópata del cine de terror adolescente de los '80 Freddy Krueger, interpretado por Robert Englund, quien dio vida al personaje en otras siete secuelas más y una teleserie. La película fue un éxito de crítica, revitalizando el género slasher, muy desgastado en la época, y uno de los sleeper hits de 1984. Recaudó casi 26 millones de dólares en taquilla con un coste de producción inferior a dos millones, salvando de esa forma a su productora New Line Cinema de la quiebra. Su enorme rentabilidad se tradujo en una larga franquicia de secuelas igualmente taquilleras, que encumbraron a Freddy Krueger como un símbolo de la década. A diferencia de las subsecuentes entregas, que potenciaban el humor negro del personaje, en esta, Krueger, sin perder la vena humorística, mantiene la seriedad de un onírico asesino implacable y peligroso que disfruta haciendo sufrir a sus víctimas. Ello dotó a la película de una sensación de angustia notable.
En 2010 se estrenó el remake con notable éxito de taquilla, aunque a juicio del fanatismo universal y la crítica especializada, carecía completamente de la frescura y profundidad del filme original.
Fuente: Wikipedia
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